VILLAVICIOSA 0-2 URSARIA | El Ursaria hurga en la herida del Villaviciosa

el Ursaria suma y sigue. Tercera victoria consecutiva, cuarto partido sin encajar gol y octavo partido sin perder. El equipo de Joselu va cogiendo vuelo al tiempo que deja tocado al Villaviciosa, que sufre su tercera derrota consecutiva y ve cómo los puestos de permanencia se le alejan.

El punto de inflexión del choque llegó a los 70 minutos, en una falta aparentemente inocua cerca de la banda y muy protestada por los locales. Una jugada a balón parado, algo siempre clave en el fútbol actual, que Villalón remató picado lejos de Aragoneses. Antes de eso, ambos equipos habían tenido sus ocasiones en un partido marcado por la igualdad y sin excesivas llegadas a las áreas.

El primero en amenazar, precisamente a balón parado, fueron los locales, con un cabezazo a bocajarro de Sosa que no encontró portería. Poco después, el delantero estuvo a punto de rematar una acción por la derecha de Ibra, pero Morales se le adelantó. La respuesta visitante llegó con un disparo desde fuera del área de Mario que sacó Aragoneses. Aunque la más clara llegó a los 42 minutos, con un remate de Herranz que se topó con el palo.
Ambos equipos tenían una apuesta similar. Sosa por los locales y Héctor por los visitantes eran los encargados de pelear los balones directos para prolongar a sus compañeros, aunque las zagas eran las que iban ganando esos duelos.

Hasta que llegó el gol que desequilibró el partido. Un tanto que aumentó la confianza de los visitantes y dejó muy tocados a los locales, muy enfadados con la actuación de Acevedo González, que se dejó algunas faltas sin pitar. Incluso, los de Nano reclamaron un par de penaltis. El remate llegó en el 84′, cuando Escobar remachó en el área pequeña un balón rebotado tras una jugada de Ángel por la izquierda. Una acción de esas en las que la regla del fuera de juego confunde más que ayuda. El caso es que el colegiado dio el gol. Un 0-2 que era la puntilla para el partido. Aún pudo ser mayor la renta, pero Aragoneses detuvo un mano a mano a Ángel cuando el tiempo ya expiraba.