NAVALCARNERO 1-2 RM CASTILLA | Morir en la orilla

un penalti, clarísimo, en el descuento priva al Navalcarnero de un punto que tuvo más cerca de lo que racionalmente era posible. Porque los locales se quedaron con diez en la primera parte y con nueve al poco de comenzar la segunda. Aguantaron como pudieron ante un Castilla que tuvo demasiados problemas para centrarse en el juego pero que tuvo la calidad (y la fortuna) para llevarse los tres puntos.

Pareció que al arranque el Castilla tenía el control del partido porque tenía la pelota, si bien la sensación era que se jugaba a lo que quería el Naval, cómodo esperando en campo propio donde no daba respiro al toque blanco. Los locales esperaban que al espacio Esnaider pudiera descomponer a los madridistas para organizar su ataque con poca exposición de balón. Más o menos fue así porque tras un balón cazado por el “nueve” local se originó el primer tanto. Centro de Álvaro tras una buena combinación ofensiva y Saiz que le roba la cartera a la defensa madridista para rematar a las mallas.

El gol no descompuso a los castillistas que siguieron con el plan de tener la pelota. Descompuso al colegiado que se quiso arrogar un protagonismo que no le corresponde expulsando a Alonso con una segunda amarilla (excesiva en el fondo y la forma) que antes había perdonado (como debía) a Hugo Duro. No pareció medir igual el árbitro murciano pero el Navalcarnero se quedaba con diez y una hora larga por disputar.  Consecuencia: el Castilla apretó aún más llevando a su área a los rojiblancos que ya no tenían más remedio que defenderse y esperar un pelotazo, una estrategia o un error de los blancos.

Las ocasiones no se hicieron esperar. Tras combinación (sobre todo por la derecha) en los visitantes, en el balón parado de los navalcarnereños. Aitor y Luis comenzaron a ver más balón en sus cercanías con intenciones poco lustrosas para ellos. No hubo puntería en ninguno de los bandos para que el resultado se modificara antes del descanso.

El show arbitral no cesó. Dejó con nueve al Naval expulsando a Gonzalo Saiz con apenas siete minutos disputados por una falta en campo contrario que supuso la segunda amarilla. Otra muestra de que el colegiado no medía por igual. El encuentro se embarulló y el árbitro siguió siendo lo peor, con mucho. Se comió un penalti a Peter por un agarrón delante de él y de su línea, volvió a tirar de tarjetas con un criterio particular. El Castilla con once tenía un problema porque el desorden se había adueñado del encuentro. Su juventud, evidentemente, no ayudaba a asentarse: lo normal en esas edades.

Obviamente dispuso de ocasiones muy claras para lograr el empate porque el Naval a los más que podía aspirar era a defenderse como fuera y se jugara lo menos posible. El empate llegó en una jugada por banda derecha con el enésimo centro al área que Latasa, con el hombro, mandaba a las mallas. Aunque con ejecución extraña, la lógica se imponía. No resultó demasiado “racional” que el Naval tuviera opciones a la contra, ni que las prisas se adueñaran de un Castilla que cuando movía la bola con criterio encontraba buenas opciones. El abuso del centro lateral sin elaboración ayudaba a la heroica defensa local.

Y en el 92 la única aparición de Hugo Duro encontró el indiscutible (y evitable) penalti que castigó cruelmente a un  Naval que murió en la orilla.