¿Qué es la felicidad? Me resulta difícil responderme a esta pregunta a pesar de estar ya cómodamente instalado en el cuarto piso de la edad. Quizá la felicidad no sea más que chispazos robados a nuestra cotidianeidad o pequeños sorbos saboreados cuando la vida se despista. Resulta imposible ser eternamente feliz. Pero sí es posible ser coyunturalmente feliz gracias a las cosas que nos hacen soñar y sentir. Desde el domingo a las 23 horas el Rayo es felicidad y la felicidad es el Rayo.
La felicidad es contar por la radio que Óscar Trejo ingresa en el salón de leyendas de la ADRV. Que Carlos Beceiro celebra con una sonrisa tonta su quinto ascenso como médico del primer equipo. Que Óscar Valentín, un incansable trabajador del fútbol, se abraza a la gloria desde Tercera División. Que una buena persona como Alberto García es manteado por sus compañeros cinco minutos después de ascender a Primera. Que José Luis Martín, veterano empleado del club, detiene su coche a las puertas del Txistu solo para compartir un abrazo empático y sincero. Que Álvaro García llora como un niño cuando se acuerda de su familia. La felicidad es que se me ponga la piel de gallina mientras tecleo estas líneas.
Y que un tío de Móstoles, Catena, pierda la mirada con ojos vidriosos al recordar lo que ha costado esto. Que el fisio Marcos asome el flequillo desde los vestuarios de Montilivi para gritar a carcajadas: “La que hay liada ahí abajo”. Ver a Marian y a Vanessa con una sonrisota gigante. Que la mujer de Chocota pierda la voz en directo gracias a la emoción de la radio, del fútbol y de la vida. Que Vallecas suene a fiesta. Que la gente del barrio presuma de su equipo, aunque eso lo hacen aunque no juegue en Primera División.
La felicidad es pensar que los que se han ido lo estarán celebrando en ese anfiteatro custodiado por ángeles. Ver a Colilla con sus hijos celebrando en la Asamblea. Leer los mensajes de todos esos ex que un día recibieron la vacuna de la franja y tendrán para siempre efectos secundarios. Escuchar cantar los goles del Rayo a mi socio Granado en la butaca de al lado. Repasar mensajes en las redes sociales a las 3 de la mañana en la habitación 217 de un hotel de Girona… con esa inconfundible de gilipollas. Que tu familia, mayores y pequeños, se alegren de corazón porque saben lo que significa para ti unir el Rayo y la radio.
Todos sabemos cómo está el Rayo por dentro. En las pequeñas y en las grandes cosas. Por eso lo conseguido el 20 de junio de 2021 es una de las mayores hazañas de la historia de la entidad. El rayismo debe estar orgulloso de este entrenador y de estos futbolistas. Los 90 minutos de Montilivi mostraron al mundo lo que significa la franja roja, algo que va mucho más allá de un simple equipo de fútbol. Se ganó, pero el mensaje hubiera sido el mismo en caso de derrota. Mañana Dios dirá, pero hoy la gente del Rayo está feliz. Pasea feliz, va al cole feliz, compra en la panadería feliz, conduce el autobús feliz, se toma una cerveza feliz, camina por la Albufera feliz, duerme feliz. Vive feliz. Los de dentro y los de fuera. Ellos y ellas, los que son y serán el Rayo de toda la vida.
No hay más. Eso es la puta felicidad.