SANSE 1-0 GETAFE B | Cielo e Inferno

coincidiendo con la celebración del medio siglo de su creación, el San Sebastián de los Reyes ha logrado el mayor hito en su medio siglo de vida: clasificarse matemáticamente para la lucha por el ascenso a Segunda División. Una gloria que en otras tres oportunidades llegó a tocar con la yema de los dedos, pero que se le acabó escapando a última hora. Pero con su victoria ante el Getafe B (al que las matemáticas ya no le dan para lograr la permanencia directa), el cuadro de Marcos Jiménez se aseguró acabar entre los tres primeros clasificados.

El partido quedará en la memoria de los aficionados blanquirrojos por su significado, no por lo futbolístico. El cuadro sansero logró una cómoda victoria, a pesar de lo corto del marcador. Un partido sin brillo, pero tampoco con sombras, ante un Getafe B que fue más un quiero y no puedo que otra cosa. Los de Ferreras tuvieron más el balón, pero carecieron de peligro alguno. Si en multitud de partidos Felipe Ramos era el héroe blanquirrojo, en el día que alcanzaron la gloria los de Matapiñonera, tan solo tuvo que intervenir de mérito una vez. Y fue curiosamente en el primer minuto, en una falta directa botada por Relu que iba camino de la escuadra, hasta donde voló el meta local. Seguramente muchos pensaron “el primero que salva hoy”, pero acabó siendo la única.

En líneas generales, el filial fue mejor en el primer tiempo. El cuadro azulón tenía más el balón, y jugaba más en campo contario, pero sin ningún tipo de peligro. El filial era incapaz de sobrepasar a los tres centrales locales, y tirar a puerta era un hito. Además, a la hora de crear peligro, los jugadores getafenses trataban de tirar de individualidad más que de juego colectivo, por lo que los locales no sufrían. Enfrente, el Sanse se veía cómodo con esa situación de partido. Sin meterse atrás, pero como esperando a que pasara el tiempo a que llegara su oportunidad. Pero tampoco llegaba. Salvo en una acción individual de Dani Pichín, que salvo bien Dos Santos a mano cambiada, tampoco crearon peligro los sanseros.

Al segundo tiempo saltó mejor el Sanse. Manu Miquel entró por el amonestado Cidoncha, sin variar su esquema Marcos Jiménez. Lo que si varió fue el desarrollo del juego, puesto que el cuadro local dio un paso al frente. Sin ser un asedio ni un torrente de fútbol, pero mandando sobre el césped y jugando en campo contrario. Eso sí, Dos Santos vivía el partido plácidamente.

Todo hasta que, a la hora de partido, en la que fue prácticamente la única acción de verdadero peligro de todo el segundo tiempo. Carlitos, que apenas llevaba tres minutos sobre el césped tras sustituir a Arturo, puso un gran centro desde la banda diestra. Un caramelito para un rematador nato como es Marcelo. El brasileño, en el segundo palo, se elevó más que nadie, y marcando los tres tiempos, mandó el balón al fondo de la portería con un gran cabezazo, llevando el estasis a la grada.

Una vez por delante en el marcador, el Sanse le metió cloroformo al partido. Los blanquirrojos retrocedieron los metros ganados en el segundo tiempo. Pero a diferencia de lo ocurrido en el primero, no dejaban jugar tan cómodos a los de un Ferreras que rápidamente agotó los cambios, sin premio. El filial continuó un quiero pero no puedo (o no me llega), y ni tan siquiera eran capaces de centrar con verdadero peligro. Y para una vez que tuvo que intervenir Felipe Ramos, el colegiado anuló la acción por fuera de juego a instancias de su asistente.

La situación estaba controlada por los locales. Aunque todo el entorno sansero sufría por lo ajustado del marcador, lo cierto era que futbolísticamente no se veían en apuros. El que llegara el final del partido para la posterior celebración era un trámite que había que cumplir, puesto que apenas pasaba nada sobre el césped. Y como no pasaba nada, el partido acabó con el único tanto de Marcelo que ya quedará para siempre en la historia franjirroja, que por primera vez peleará por alcanzar la Segunda División. Todo lo contrario le ocurre a un filial azulón, que ya de manera matemática no podrá ser de bronce, y tendrá que sudar mucho para tratar de no jugar el próximo curso en la quinta categoría de nuestro fútbol.