POZUELO 0-0 ALCALÁ | Sin goles no hay paraíso

solo faltó el gol en el siempre interesante duelo entre Pozuelo y Alcalá. Un partido siempre caracterizado por la competitividad y los goles, aunque éstos últimos no hicieron acto de presencia esta vez. Una ausencia (la más importante en el fútbol) cara en una liga tan corta, y que trae por el camino de la amargura a un Alcalá que acumula 450 minutos sin marcar. Su último tanto fue en tiempo de prolongación en la segunda jornada frente al Santa Ana, obra de Hervías.

Pero aunque los resultados no están acompañando a los rojillos, su puesta en escena si está siendo buena. Tanto, que Jorge Martín de San Pablo repitió el mismo once de la pasada jornada. Enfrente, el sancionado Juanjo Granero introdujo tres novedades con respecto al once inicial que goleó al Santa Ana. Comenzando por la portería, lugar a donde volvió Alan, más Robles y San José en lugar de Camello y Augusto.

El desarrollo del partido fue el esperado. El Alcalá desde muy pronto se hizo con el control del balón, moviéndolo con muy buen criterio, y jugando en campo rival. Como novedad, los complutenses comenzaron a crear peligro desde muy pronto, aunque sin el punto de mira afinado. Y es que en los diez primeros minutos, Pancorbo (por tres veces) y Malote ya habían rematado a portería, aunque a decir verdad, sin hacer sufrir a Alan. Por su parte, al Pozuelo se le veía cómodo, sin sufrir. Durante la semana habían preparado este tipo de partido, y en ningún momento se atisbó una mínima duda en el líder del subgrupo A. El plan parecía que al igual que la gaseosa, los complutenses fueran perdiendo fuerza con el paso de los minutos.

Y así ocurrió en la segunda mitad del primer tiempo. Los locales se sacudieron el dominio visitante, y ganaron metros sobre el césped. El choque ya no tenía color rojo, y de hecho antes del descanso Darío pudo adelantar a los suyos por dos veces. Primero tras un centro de Óscar Saugar con el que rozó el palo; y más tarde con un centro-chut que despejó Degre. El primer acto concluyó con un gran centro de Robles desde el perfil diestro, que se pasó por el área chica esperando un rematador, que tan solo habría tenido que empujar en el segundo palo.

Tras el descanso, se volvió a ver la mejor versión del Alcalá. Como ocurriera en la primera mitad, los rojillos se adueñaron del balón, y comenzaron a llegar y crear peligro sobre el arco de Alan. Y ya no parecían tan cómodos con la situación los verdes, puesto que tan solo unos milímetros separaron a Izan del gol con un remate cruzado; al igual que a Nanclares tras un rechace. Dos de esas ocasiones que muchos celebran antes de que entren, que estando en una mala dinámica como en la que están los alcalaínos no entran jamás; y que cuando las cosas van rodadas entran solas.

Y al igual que ocurriera en el primer tiempo, con el paso de los minutos el choque se fue equilibrando. Y aunque era un partido entretenido y disputado, resultaba menos vistoso que en el primer tiempo. Tanto, que ambos entrenadores movieron tarde el banquillo, como refleja que el primer cambio no llego hasta pasada la hora de partido, y el segundo a falta de quince para el final.

Pero al choque le faltaba una chispa. A buen seguro que un gol de cualquiera de los dos equipos lo habría revitalizado, pero no era el día de los delanteros, puesto que ni Degre ni Alan (salvando esas dos opciones comentadas al inicio del segundo tiempo), no tuvieron que intervenir de mérito, ni vieron realmente peligrar el cero de su portería. Y aunque nuevamente Darío y Nanclares pudieron desequilibrar la balanza en favor de los suyos, en algún lado parecía escrito que no habría goles este domingo en el Valle de las Cañas.