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Puede que sea aberrante que La Liga esconda cuatro positivos en un equipo de fútbol y organice para el día siguiente el viaje de esa expedición. Puede que si las pruebas hechas aquel lunes por la mañana hubieran arrojado resultados negativos, el Deportivo – Fuenlabrada se hubiera jugado y aquí paz y después… fútbol. Puede que si el Fuenla hubiera palmado en Riazor y se hubiera quedado fuera del playoff, nunca nos hubiésemos enterado de esta movida. Puede que Tebas, que estaba a 50 metros de cruzar la meta y desfilar como emperador de los imposibles, pensara que como era la última jornada, qué menos que apurar hasta el final. Puede que sea una temeridad que un club de fútbol con un posible contagio múltiple cogiera un avión sin médico a bordo. Puede, ¿no?

Puede que si esto le hubiera pasado a un grande del fútbol español no se hubiera actuado igual. Puede que el Gobierno diera el visto bueno a un protocolo con lagunas, en el que se diferencia entre aislar y apartar. Puede que sea cabal pensar que un grupo que convive y se entrena a diario, no puede seguir con la vida normal con cuatro contagiados en la mochila. Puede que alguien tenga que explicar qué demonios sucedió desde que el Fuenla aterrizó en Alvedro hasta que se compartió la información con las autoridades. Puede que la alcaldesa de Coruña busque votos implicándose tanto en este asunto, pero olvidando que miles de inconscientes estaban agolpados en las calles para recibir a su equipo en el estadio. Puede, qué sé yo.

 

Puede que los futbolistas hayan perdido otra oportunidad de plantarse. Puede que olviden que lo podían haber hecho en nombre de lo más sagrado que hay: la salud. Puede que la AFE ni esté ni se le espere. Puede que sea censurable que el presidente de un club profesional se abrace al “es que nos pueden sancionar” en lugar de “me da igual que me den el partido por perdido, que yo no pongo en riesgo la salud de mis empleados ni de otras personas”. Puede que en este punto haya que recordar que el único que ha tenido pelotas ha sido Ángel Torres, que estoy convencido que haría lo mismo si no ve garantías de viajar a Alemania para la Europa League. Puede.

Puede que unos cuantos clubes hayan activado su maquinaria legal con la ética en el fondo del contenedor de orgánico. Puede que al final el Deportivo recurra que se ha jugado La Liga con un balón esférico. Puede que esta movida le haya servido a unos cuantos para esconder sus miserias de 42 jornadas. Puede que al final el Club de Fútbol Fuenlabrada pague los platos rotos y se lo fumen del playoff sin jugar el último partido. Puede que el Pacto de Viana haya tenido menos vigencia que mis ganas de ser un buen cocinero. Puede que el fútbol haya pensado que cabalga por delante de la realidad de un virus demoledor. Y puede que lo único importante de verdad es que las 28 personas enfermas se curen bien y puedan abrazar muy pronto a sus familias.

 

Cinco días después de que el fútbol español saltara por los aires, nadie ha reconocido ni un solo error. Nadie tiene culpa de nada. Ánimo para los muchachos del Fuenla y en especial para Álvaro de la Rosa.

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