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La situación que ha sufrido el propietario del Rayo Vallecano durante las últimas semanas ha sido muy dura. Ha perdido a su padre por culpa del coronavirus y ha tenido que lidiar con diversos contagios, incluido el suyo, en su familia. Está muy afectado emocionalmente y eso ha propiciado que en estos momentos esté relativamente desmarcado de la gestión diaria de su empresa, el Rayo Vallecano de Madrid. Todos los actores implicados han entendido el momento vital del propietario y lo han tenido muy en cuenta. Nadie tiene derecho a entrometerse en el dolor de las personas, por lo que la única intención de este primer párrafo es contextualizar desde el punto de vista humano un texto que va a tratar de sumergirse en este ERTE teñido con franja roja.

Porque además esta introducción nos sirve para comprobar que una vez más la vertiente ética, moral, humana y emocional de las cosas tiene una gran importancia. ¿Es legal el ERTE propuesto por el Rayo Vallecano? La respuesta es afirmativa, ya que ha sido aprobado por el Estado. Dicho esto, ya veremos cómo terminan potenciales denuncias individuales porque un asunto de esta magnitud y complejidad esconde muchas aristas.

En el momento en el que se escriben estas líneas la negociación entre el primer equipo y el club continúa abierta, con el director financiero, Adrián Nombela, como interlocutor de la entidad. Ambas partes son moderadamente pesimistas respecto a alcanzar un acuerdo. Tiene lógica si pensamos que no se ha podido consumar durante los dos meses anteriores. Relatar en un artículo de opinión todos los problemas que existen es espacial, temporal y humanamente imposible. Este no es un asunto aislado, sino incrustado directamente en el corazón del mapa del deterioro instalado desde hace años en Vallecas.

Aunque la propiedad se afane en defender que circula en el sentido correcto de la marcha, la realidad se empeña en negar ese discurso. Creo que ni el más entusiasta de los “presistas” puede rebatir que ningún sector está satisfecho con las actuaciones del presidente. Ni los futbolistas, ni el entrenador, ni otros trabajadores de la parte deportiva de la entidad, ni los empleados, ni los aficionados. Tampoco el periodismo, para mí una pata muy importante en los clubes humildes, aprueba la gestión. Seguro que muchas de las opiniones vertidas en este artículo pueden ser censuradas, pero honestamente creo que este último párrafo entra en el terreno de la obviedad.

¿Por qué es así? He pensado mucho y quizá demasiado tiempo sobre este asunto, y si tuviera que elegir una razón que destaque sobre las demás escogería, sin dudarlo, la gestión humana. El ERTE es solo una prueba más. Porque ir cogido del brazo de la legalidad despreciando las caricias de la sensibilidad, la ternura del corazón o la plenitud de la justicia es una mierda. Y si esto se hace en un barrio como Vallecas, un club como el Rayo y unos trabajadores como los implicados, esa mierda se multiplica por dos.

Creedme que para contar una información de este tipo por la radio o trasladarla en un texto, es necesario mucho tiempo de preparación, muchas conversaciones, muchas dudas consultadas y muchas versiones encontradas. Mi compañero Raúl Granado aportó hace unos días datos muy interesantes en el programa “Juego de Plata”, de Onda Cero (a partir del minuto 40). Las posturas están muy alejadas. Donde el club considera que son tres propuestas diferentes satisfactorias para todos los trabajadores, los jugadores defienden que no ha habido nada formal ni definitivo. Esto no es un filete seco en el plato, sino que ese filete va acompañado de salsa, patatas, verduras, pan y, si puede ser, una buena copa de vino. Todo tiene que maridar bien para poder alcanzar un acuerdo satisfactorio.

Escribía en el primer párrafo que la propiedad anda desenganchada del club por motivos familiares. Matizo. Sigue atendiendo el teléfono y sigue diciendo sí o no. En el Rayo no existe la palabra delegar. Y eso en una negociación de este calado supone un grave problema que convierte el puzle en irresoluble. Me vale un ejemplo tonto que creo define con simpleza todo: ¿cómo demonios es posible que en la negociación de un acuerdo para evitar el ERTE, el propietario de un club de fútbol no haya siquiera mantenido una conversación telefónica ni con el entrenador ni con los capitanes del primer equipo?

La gestión humana es una calamidad. La gestión está siendo, una vez más, una calamidad. Es necesario dejar claro que basta preguntar en varias chinchetas de la geografía futbolística española para comprobar que en otros sitios, con un escenario similar, se han hecho las cosas bastante bien. ¿De qué hablamos? ¿Del resultado final? No, hablamos de decenas de detalles. Que se quiera meter a trabajadores de baja médica en el ERTE, que todos se enteren del proceso vía telemática, que dé igual que haya entrenadores que hayan seguido trabajando desde casa con sus muchachos, que no se tenga en cuenta que hay personas trabajando para alimentar las escuelas la próxima temporada, que los empleados no sepan si les siegan un 70 o un 100%, o que ni siquiera haya existido un asesoramiento profesional desde las entrañas del club, para que los afectados puedan afrontar la situación o simplemente rellenar la documentación necesaria.

La vida son relaciones humanas. Las empresas también lo son. Si tú cuidas a tus empleados, estos, aunque sea de manera inconsciente, siempre rendirán mejor. En este Rayo ni siquiera se trata como merecen a aquellas personas que nunca piensan en ellos mismos en beneficio del bien común. Me refiero a los capitanes, Alberto y Ali,  a los que el destino ha querido unir para negociar lesiones que se han complicado más de la cuenta. Queridos y respetados por todos dentro y fuera, la propiedad prefiere estacionar a muchos kilómetros de afecto de ellos. Si esto ocurre con estas personas y con otras leyendas que han abandonado el club por la puerta de servicio, ¿qué se puede esperar en un escenario como el actual?

Te mando un burofax virtual para que te enteres de que estás en el ERTE. Te cambio el 100 por el 70%. O te saco del ERTE porque vuelves a la Ciudad Deportiva. Pero solo a ti, tus ayudantes mejor no. Hombre, que aquí somos un equipo de trabajo. Que no se quejen mucho que están en sus casas sin venir a trabajar. Ya hablaremos, que ahora no puedo. Ya, pero eso mismo me dijiste la última vez. Y la anterior. Y la de más allá. Siempre pasa algo para no dar la cara.

La sensación de enfado y rabia es fuerte, pero supongo que esta hoguera, como otras, se acabará extinguiendo, aunque el olor a quemado persiste ya de serie y no se va a ir. El estado de ánimo de Raúl Martín Presa es muy bajo. Posiblemente poca gente sepa que su padre también tenía mucho peso en las decisiones de su hijo respecto al Rayo. Quienes lo conocen bien aseguran que era una de las pocas personas a las que escuchaba los consejos. Ojo, que en el futuro vienen curvas, como la voluntad de reducir los salarios del equipo femenino o la incapacidad de retener en el Rayo a profesionales que ya deberían tener su continuidad firmada antes de cambiar de función.

Lógicamente el Estado solo va a cubrir una pequeña parte de los salarios de los futbolistas y el entrenador. De momento Jémez es el único actor que ha sacado el micrófono del cajón para decir lo que piensa, declaraciones que han sentado especialmente mal en la propiedad. El Rayo no ha comunicado nada públicamente. La imagen está por los suelos. La gente de fútbol se conoce y sabe lo que hay. Otros clubes con menos historia y menos calado social han negociado muy bien esta situación, y esa información se intercambia en el mundillo. Al Rayo le va a costa fichar bien porque estará vigilado y, sobre todo, porque hay muchos jugadores que ya no fijan los ojos en la franja con esa mirada de “algo mucho mejor me tiene que salir para no jugar en Vallecas”. La Plataforma se ha volcado con causas sanitarias y sociales. Desde el anonimato, el vestuario también se afana en ayudar a los más necesitados en esta crisis tan angustiosa y tan dañina para el barrio. Algunos de ellos se han ofrecido incluso a ayudar con dinero a los empleados que tuvieran dificultades para cumplir con sus obligaciones. Esto es lo que hay.

Con muchas dudas he elegido para este texto el título “Me cago en el ERTE”. No quiero dañar la sensibilidad de nadie ni faltar al respeto, solo deseo reflejar que lo legal no puede abrumar sin piedad el componente humano y ético de las cosas. Me vino a la cabeza la famosa frase de Alfio Basile hacia Jesús Gil y la trasladé. La gestión humana de la propiedad es un desastre. Y a pesar de ello la empresa se beneficia de ese valor humano y de la dedicación de muchos de los trabajadores, que habitualmente extienden su labor bastante más lejos de lo exigible. Ahora, en las malas, son tratados así. Es una pena.

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