fútbol y vida. Dos palabras que para muchos deportistas son casi inseparables, se han convertido en una dicotomía para un mítico jugador madrileño, Juan Quero, actualmente en el Real Aranjuez y que ha formado en casi veinte equipos en tres continentes (Asia, Europa y América).
Hace apenas unas semanas, Quero recibió una noticia complicada de asimilar para cualquier persona, y más tratándose de un deportista obligado por ello a abandonar su «trabajo» desde niño. Un control rutinario le reveló que sufre una cardiopatía incompatible con la práctica del fútbol. «Fue un palo muy duro, llevo muchos años jugando sin saberlo, y me ha costado un poco asimilarlo». La primera reacción fue algo tan humano como sentir miedo «más por lo que me podía haber pasado que por lo que me pueda pasar a partir de ahora, que ya he puesto nombre a lo que me pasa. Sé que me tienen que operar, es una operación con los mismos riesgos que otras, pero estoy tranquilo. Intento no pensar mucho en ello, prefiero ir día a día. Estoy leyendo muchas cosas sobre otros amigos deportistas que han tenido lo mismo»»
Durante esta semana el jugador ha recibido cientos de mensajes del entorno futbolístico, de gente con los que había perdido el contacto. «No sabría decirte cuál de los mensajes me ha gustado más porque realmente agradezco todas las muestras de cariño. Estoy abrumado con todo lo que me está pasando, estoy sensible y he llorado mucho estos días», señala.
Ahora, su mayor apoyo es su familia: «Ellos están tranquilos, saben que soy fuerte y voy a superar esto. Mi hijo Luca me ha preguntado si dejo de jugar por mi corazón y le he dicho que sí».
Quero, que se define a sí mismo como «un niño feliz», prefiere ir día a día sin pensar demasiado en la fecha de su operación, pero sí se permite imaginarse como entrenador (tiene título) o director deportivo cuando todo esto pase. No concibe su futuro ligado al fútbol de alguna manera. «Me están haciendo bonitos homenajes que me emocionan. En el Aranjuez me han hecho un vídeo y yo sigo allí, entro al vestuario y voy a los entrenos aunque no pueda jugar», apunta.
Un deseo de Quero, vallecano de 36 años, es que no se olviden de su trayectoria, de quién ha sido en el fútbol, de su carisma y su pequeño -y a la vez enorme- tamaño sobre el césped. «No quiero que se olviden de mí», confiesa a Elgoldemadriz.